Dual boot Windows 11 y Ubuntu: suena complicado, ¿verdad? Pues en mi caso era eso o seguir soñando con Linux sin soltar mis juegos de Windows. Aquí te cuento, con lenguaje de andar por casa, por qué me lancé y cómo monté un arranque dual en una tarde.
1. Spoiler: sigo usando Windows 11… pero ahora tengo un plan B
Durante años viví cómodo en el ecosistema de Redmond: Office, Photoshop, un catálogo infinito de videojuegos y cero complicaciones con drivers. Sin embargo, desde que empece a con mi nuevo puesto de trabajo, he estado lidiando con el entorno de linux, y me he dado cuenta del verdadero potencial que tiene para el campo de la programación y de la IA. Todo esto me hacía preguntarme si de verdad era tan ágil, tan seguro y tan ligero como parece que es.
La respuesta corta es sí… con matices. Por eso decidí lo siguiente: instalar Ubuntu 24.04 LTS en un disco aparte y mantener Windows 11 en el SSD principal. Así experimento lo mejor de ambos mundos sin quemar mis puentes.
2. Qué me empujó a dar el salto (y por qué ahora)
- Aprender de verdad el ecosistema nix. Todo lo que huela a servidores, cloud o IA avanzada corre sobre Linux; quería hablar ese idioma con soltura.
- Rendimiento y estabilidad para programar. Docker, CUDA y VS Code vuelan cuando no hay mil procesos en segundo plano.
- Privacidad y control. Menos telemetría, actualizaciones a mi ritmo y la libertad de tocar cualquier rincón del sistema.
- Inspiración de terceros. El vídeo de Windows vs Linux: un año después (lo tienes aquí) me recordó que ya no es “tan difícil” y que las ventajas reales merecen el esfuerzo.
3. Así monté el dual-boot sin dramas
- Preparé el hardware.
- SSD NVMe 500 GB → Windows 11 + apps.
- HDD 2 TB → almacén NTFS para juegos y backups.
- HDD 1 TB → Ubuntu y solo Ubuntu.
- Desconecté los discos de Windows antes de instalar Linux. Un gesto de diez segundos que evita formateos accidentales.
- Instalé Ubuntu 24.04 en modo UEFI desde un Live-USB, creando su propia partición EFI y punto. GRUB quedó en ese mismo disco.
- Volví a conectar los discos de Windows y, desde BIOS +
efibootmgr, puse GRUB primero y Windows Boot Manager después. Resultado: al arrancar veo un menú de 5 s para elegir. - Aislamiento total de discos.
- En Ubuntu desactivé el montaje automático de las unidades NTFS.
- En Windows oculté el HDD de Linux desde el Administrador de dispositivos.
- Entorno de desarrollo listo: drivers NVIDIA, CUDA, Docker + nvidia-docker2, VS Code… todo funcionando con mi GTX 1650.
4. Primeras sensaciones: Ubuntu 24.04 vs Windows 11
- Ligereza brutal. Con las mismas pestañas en Chrome y VS Code abierto, Ubuntu consume ~1,5 GB menos de RAM.
- Terminal adictiva. Entre
apt,gitydocker composehago en segundos lo que en Windows tardaba minutos con menús. - Drivers sin drama.
ubuntu-drivers autoinstally a correr;nvidia-smimuestra mi GPU lista para IA. - Juegos y Adobe siguen mejor en Windows. Proton ayuda, pero cuando quiero un AAA o edito en Premiere, reinicio a Windows y listo.
5. Ventajas que me ganaron… y los peros que me frenan
Lo que me encanta de Linux
- Arranca rápido y no se traga la RAM con procesos fantasma
- Libertad para tunear la interfaz, los atajos y cada detalle
- Un ecosistema inmenso de software libre (GIMP, Inkscape, OBS, etc.)
- Seguridad: todo pasa por permisos
sudo, menos sustos con malware
Lo que todavía me ata a Windows
- Suite Adobe, AutoCAD o ciertos softwares corporativos solo viven allí
- Compatibilidad total con videojuegos recién salidos del horno
- Drivers siempre actualizados para impresoras raras (sí, aún uso una)
- Experiencia plug & play que no exige tocar la terminal
6. Entonces… ¿por qué Linux sigue teniendo fama de “difícil”?
Gran parte es costumbre: nos criamos con Windows en el cole y el cambio intimida. Además, hay mitos que ya no aplican —instalar apps con flatpak o snap es un clic—, pero la narrativa persiste. Y claro, si tu aplicación fetiche no existe en Linux, asumes que “Linux no vale”. Spoiler: en la mayoría de casos sí vale, solo que hay que buscar la alternativa o usar dual-boot como yo.
7. Conclusión: un pie en cada sistema y cero remordimientos
Después de unas semanas viviendo en dual-boot puedo resumirlo así:
- Linux es mi taller de programación, IA y curiosidad geek.
- Windows es mi estudio de vídeo, mi sala de juegos y mi zona segura para software propietario.
No tuve que elegir uno y renunciar al otro. Solo necesitaba un disco libre, un Live-USB y ganas de aprender. Si te ronda la idea, prueba una distro en modo Live, cacharrea sin miedo y decide por ti mismo. Apostaría a que acabarás descubriendo que dos mundos suman más que uno.
¿Ya convives con Linux y Windows? ¿Os llama la atención este setup? Contáctame para contarme tus anécdotas o dudas; siempre respondo.
¡Nos leemos en el próximo post!